Thursday, January 31, 2008

De la vida real

No sabía su nombre pero sabía en qué trabajaba. Cogió el directorio, arrancó la página ciento noventa y siete y con esa hoja arrugada en el bolsillo recorrió las primeras quince madereras enlistadas sin tener en cuenta la dirección o el tamaño de la empresa, saltando de una parte de la ciudad a otra. Cuando llegó a Maderas Fermín preguntó por ella describiéndola al detalle. Le dijeron que espere y la mandaron a llamar. En el acto, salió disparado del lugar pues sabía que la dicha de lo que buscaba residía en perseguirlo hasta el hastío para no encontrarlo nunca.

Fisura

La pared se rajó durante la madrugada. Buscamos en el libro amarillo y elegimos el anuncio más pequeño. Llegaron, arreglaron la fisura y cobraron poquísimo. En la noche la grieta apareció como si ni siquiera hubieran intentado arreglarla. Lo barato salió caro. Contactamos a un anuncio de medio tamaño y por un precio razonable la repararon. Al día siguiente la rajadura reapareció y llamamos al número de un anuncio enorme. Costó mucho pero dio resultado. La pared de enfrente se resquebrajó dos días después. En el libro amarillo encontramos un equipo de mudanzas que nos ayudó a salir de ahí.